domingo, 11 de julio de 2010

Anécdotas

En esta entrada, los fantásticos bloggeros Aceituneros os vamos a contar las anécdotas graciosas y a la vez molestas de algunos los profesores y alumnos del campamento.

Anécdota de Elena Martínez (pianista): En una audición de piano, mientras estaba tocando, de manera inesperada y a la vez rápida, sus partituras se precipitaron sobre las teclas, haciendo que nuestra pianista se parara e irrumpiera su audición.

Anécdota de Guillermo (Prof.): Guillermo estaba en el Auditorio Nacional dando un concierto de música contemporánea. El silencio dominaba la situación, cuando Guillermo (primer atril de viola) escuchó a los violines empezar la canción en “pp” cuando repentinamente tocó un “pizzicato” en “ff” sin querer.
Desde ese día no ha sido capaz de olvidar la cara de odio que le puso el director.

Anécdota de Dani (prof. de percu): Al igual que Guillermo estaba tocando en el Auditorio Nacional una zarzuela. En una parte de la obra la percusión (Dani) tenía que tocar las castañuelas, pero de lo fuerte que las golpeaba, salieron despedidas hacia el público creando un enrojecimiento en las mejillas de Dani.

Anécdota de Alberto (prof. de violín): En un concierto de cámara, cogió unas partituras equivocadas, es decir de otra obra, y desgraciadamente cuando empezó a tocar se percató de que las partituras eran equívocas y que no tenían nada que ver, por lo que tocó de memoria. Parece que tiene algo de fijación en este de las partituras porque con la Orquesta Sinfónica Chamartín un malentendido con su compañero de atril hizo que ninguno de los dos sacara las partituras al concierto. La Sinfónica estaba repleta y nuestro profesor tuvo que volver al camerino, coger sus partituras y salir en solitario. Menos mal que en la carrera pudo avisar a la Concertino de que le esperara, porque si no el susto de la Directora al salir hubiera sido espectacular.

Anécdota de Clara e Isidro (flautas): Esta anécdota ocurre en este mismo campamento, e iban a dar un concierto, y justo cuando Silvia estaba entrando al escenario, Isidro se dio cuenta de que no tenía las partituras, por que pensaba que las tenía su compañera de atril Clara, y clara lo mismo. Y al darse cuenta de que iban a tocar sin partituras, fueron los dos corriendo escaleras arriba, hasta que llegaron al tercer piso. Cogieron las partituras de sus respectivas habitaciones, y volvieron a escena mientras el público y sus compañeros de la orquesta les esperaban impacientemente. Parece recurrente este olvido de partituras.

Anécdota de Alba (Prof.): Esta graciosa historia, ocurrió en un concierto al aire libre. Justo ese de día el viento soplaba, con gran ímpetu imperante sobre el lugar. Entonces nuestra profesora de Oboe, Alba, tomó precauciones, para que no se le volaran las partituras, así que rodeó de pinzas las hojas de las partituras. De repente, una gran batida del viento, se abalanzó sobre la orquesta, y efectivamente, las partituras no se volaron, pero el atril salió despedido en dirección hacía el público. Por lo que Alba se tuvo que levantar con toda la vergüenza del mundo y recogerlo. Entonces cuando estaba subiendo al escenario con el atril en mano, se le rompió un tacón del zapato, haciendo que tropezara y quedara aun más en evidencia. Cuando parecía que el momento vergonzoso había pasado, otra oleada de fuerte viento derribó de nuevo el atril de nuestra profesora, y con mucho esfuerzo, y ya enfadada (posiblemente con el aire que tiraba sus partituras) cogió su atril, y con decisión lo pisó con fuerza haciendo que se quedará fijo en el suelo el resto del concierto.


El Jonsui Mayor del Encuentro ya compartió con todos nosotros hace un tiempo algunas anécdotas en el siguiente blog:


¡Le animamos a que continúe escribiendo, que en este mundo somos pocos pero nos han pasado muchas cosas!

3 comentarios:

  1. Anéctota de cantante:
    Tenía que cantar, como siempre, el Ave María de Schubert en la boda de los amigos de una amiga y lo hice acompañada de un aficionado organista de cuyo nombre no quiero acordarme. El resto de las piezas eran para coro a capella. En fin, en el ensayo había ido todo bien, pero en la ceremonia.... La cosa fue así: Empecé a cantar el Ave María sin ningún problema hasta que repentinamente los arpegios del organista no coincidían con lo que yo iba haciendo. ¿Me habría retrasado?¿Me habría adelantado? ¿Me habría saltado algo?. No. Mi cabeza bullía y me era muy dificil mantener la entoncación correcta cuando mi acompañante ¡estaba claramente tocando otra cosa y no se inmutaba!. Yo, roja como un tomate, sentía todas las miradas sobre mí. Miraba al coro para ver si podían socorrerme y les veía a todos apoyados en la pared y también colorados pero porque reprimían la risa. No pude más. En medio de un Ave María me callé, me acerqué al órgano y esto es lo que ví. El orden de sus partituras en el atril era la página 1, la 3 y la 2. Puse mi dedo sobre el punto correcto y grité: ´¡Aquí! Y terminé la dichosa Ave María con mucha energía, un volumen excesivo(del pubro "cabreo" que llevaba encima) y poco fervor. Tiempo después, la ámiga que me llamó para esa boda, me dijo que habían quedado muy contentos y que si quería un copia del vídeo de la boda: "¡No, gracias!". Moraleja: las partituras siempre pegadas con su celo.

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  2. no habeis contado la anecdota de Gabi prof. de flauta:
    Tocando al aire libre con su orquesta le cagó una paloma en la tecla del piano, al tocar se latuvo que estar saltando continuamente!!!

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  3. O tambien la del concierto con Jorge el de percu, estaban tranquilamente tocando en un pueblecillo de los alrededores cuando de repente una sombra bajó del cielo oscuro de la noche, el murcielago se abalanzó sobre la larga melena de Jorge que manoteaba en el aire con el fin de espantar aquella horrible criatura. De repente, el murcielago se despistó y y recibió un gran manotazo de Jorge, el cual lo dejo seco en el escenario (todo esto en concierto)
    desde entonces se le conoce como Batman...

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